Este es el primer post de mi blog. Y es un post para quejarme.
Descubriréis que es una constante por aquí.
Estoy terminando de escribir mi primera novela. O mejor dicho, la terminé de escribir hace unas semanas. Desde entonces, mi vida es un infierno: el infierno de editar mi novela.
Me encanta escribir. He estado escribiendo casi de forma ininterrumpida desde que era un niño. Aunque nunca había reunido el esfuerzo suficiente como para enfocar toda mi atención en una sola cosa. Por algo tengo como una docena de borradores, inicios de novela empezados y demás abortos guardados en el cajón.
Pero una vez terminada la novela, empieza el trabajo árido y duro de verdad.
EDITAR LA PUTA NOVELA
Llevo tres semanas releyendo la novela como un robot. Corrigiendo pequeños errores de concordancia, algunas faltas de ortografía y demás cosas que, aunque minúsculas, arruinan la experiencia de lectura.
Y la verdad. Enfrascado en el brío de la escritura, muchas veces te dejas llevar sin darte cuenta casi de lo que escribes. Y luego al releerlo descubres que lo que tenía mucho sentido en tu cabeza… no lo tiene si lo relees con la cabeza fria.
He releído mi novela como diez veces. Y estoy empezando a odiarla. Pero siguen saliendo pequeños fallos aquí y allí. Así que no me queda más que seguir dándole vueltas y vueltas y vueltas. Hasta que todo esté perfecto. O hasta que pierda la poca cordura que me queda.
Lo que primero ocurra.